¿Cuántas cosas nos callamos por temor a no agradar o a que no nos quieran?
Todos necesitamos ser bien mirados desde el agrado y el afecto, aunque digamos en muchas ocasiones que pasamos. ¡Qué gran mentira.!
¿Cuántas veces, también, para evitarle dolor al otro o para no contrariarlo, no hablamos ni expresamos nuestras necesidades?
¿Nos duele su dolor? A menudo nos podemos identificar con ese dolor y eso nos puede dejar congelados. Quiero decir.. ¿En qué medida, si estamos necesitados de ser vistos o queridos podremos soportar negarle al otro esa petición o necesidad?
Ese punto puede ser complicado y puede derivar en crisis… ¡o en crecimiento!.
Veamos. Si yo estoy en mi ser, me escucho y respeto, hablo de mi, desde mi y expongo desde mis necesidades, con respeto a mi y venciendo el miedo… Entonces me sentiré bien.
Hacer sacrificios y decirle al otro o hacer con el otro lo que al él/ella le gustaría oír o hacer, sin nosotros querer y en detrimento de nuestras necesidades, no puede ser. Sólo engrosaría, a la larga o a la corta, frustración y resentimiento. Desde ahí, finalmente podría aparecer la enfermedad.
Por tanto, haz y dile sólo eso que te permita hacerte sentir bien, porque sólo así podrás también transmitir bienestar y amor.
Siéntete con la satisfacción de poderte decir:
“Lo pude decir”.